Nuestra última esperanza
Originalmente publicado en mixonabufona:
? -«¡Selinedormi, necesitamos ayuda!»- Suspiró. Sus ojos reflejaban agotamiento. Llevaba semanas ocupándose, junto al resto, de los heridos. Descendió a la planta inferior, donde centenares de heridos se amontonaban en suelo, pasillos y camillas improvisadas. El sudor perlaba su frente. Lo secó con el dorso de la mano, mientras un mechón…