Vasija de Akun’Jar
Los Zandalari adoran a muchos poderosos dioses espirituales conocidos como los loa. Uno de ellos es el gran truenagarto Akunda, loa de las tormentas y los nuevos comienzos. Cree que la tormenta tiene el poder de limpiar el remordimiento y la pena.
Máscara de vudú Bwonsamdi
Para honrar al loa de la muerte, los Zandalari llevaban estas máscaras en sus rituales y le rezaban. Por su parte, Bwonsamdi o bien les correspondía o los maldecía con dolor, según el humor del que estuviera. El mismo Bwonsamdi es el protector de los muertos y lleva los espíritus de todo el que lo adore hasta su reino, el «otro lado».
Ídolo de Rezan
A lo largo de las eras, muchos reyes han gobernado el Imperio Zandalari. Sin embargo, todos sabían cuál era su lugar respecto a los grandes loa y ofrecieron sus alabanzas al más poderoso de todos, Rezan. Este loa prefiere los actos a las palabras, pero se toma muy en serio los insultos y se sabe que ha llegado a guardar rencor.
Cerbatana Sethrak
Los trols del desierto que adoraban a Sethraliss utilizaban estas cerbatanas para cazar a sus presas. Fueran bestias o trols. El veneno con el que mojaban los dardos, paralizaba a su presa y la mataba en un minuto. Se habla en susurros a los niños de la «picadura de Sethraliss» para que se portaran bien. Como estaba escrito en un antiguo poema: «Si los jóvenes se distraen o traman una travesura, los vientos de Vol’dun traen a Sethraliss y su picadura».
Urna de pasaje
Durante la última época del Consejo de las Tribus, estalló una peste de sangre que acabó con miles de trols. Se tomó la decisión de que los cadáveres, demasiado contaminados para un enterramiento apropiado, se quemasen y se guardasen en urnas especiales. Con el paso del tiempo, este método se convirtió en un modo habitual de encargarse de sus muertos para los Zandalari.
Caperuza de gran boticario
Los practicantes de la alquimia entre los Zandalari mantenían una hermética sociedad en el imperio conocida como «Shadra’Zan». La entrada en el gremio incluía un ritual que requería que el candidato bebiera una poción hecha con su propia sangre. Si lograba soportar sus efectos, se lo consideraba digno de aprender los secretos de la sociedad.
Tótem sanguino
Tras la gran peste, aún quedaron algunos que se aferraron a la magia del Dios de la Sangre. Pusieron a prueba su magia y la perfeccionaron. Una de sus reliquias era un tótem que, al concentrarse en él, drenaba no solo la vida de sus enemigos, sino también su sangre, con la que imbuía al taumaturgo y lo alteraba de maneras inusuales. Esto fue el nacimiento de los quelos Zandalari llaman «trols de sangre».
Cántaro con ranas
El tiempos de guerra, los Zandalari se enfrentaron a muchos enemigos poderosos. Incluso algunos que no podían vencer por la fuerza. Por eso, sus médicos brujos idearon estos recipientes malditos y, mediante una poderosa magia, los invocaban en distintos lugares del campamento enemigo. Poco después, salía de ellos una oleada de ranas que creaba un alboroto y confundía al mismo tiempo al enemigo. No sabían que estas ranas traían consigo una peste que diezmaría sus fuerzas rápidamente y los obligaría a retirarse o rendirse.