-«¡Selinedormi, necesitamos ayuda!»-
Suspiró.
Sus ojos reflejaban agotamiento. Llevaba semanas ocupándose, junto al resto, de los heridos.
Descendió a la planta inferior, donde centenares de heridos se amontonaban en suelo, pasillos y camillas improvisadas.
El sudor perlaba su frente. Lo secó con el dorso de la mano, mientras un mechón de cabello parecía burlarse de ella cayendo constantemente frente a sus ojos.
La noche pasaba tan lentamente que le parecía una eternidad. Los quejidos rompían brevemente el silencio.
Uno de los exploradores llegó al fin.
-«Debo ver a los Aspectos de inmediato»- anunció entre jadeos.
Seline cruzó la mirada con Parantregos, el dragón azul, el prometido de su amiga fallecida, y éste asintió.
Pasó justo tras el explorador, sirviéndose de su magia para no ser visto.
Al cabo de varias horas, cuando el sol casi estaba en el punto del medio día, el dragón azul regresó. Su rostro estaba algo…
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