Todo se encontraba envuelto por las llamas. Tarediâr observaba desde fuera como su hogar caía destruido por el fuego, paralizado y sin poder aislar los gritos de su madre. Una fuerte agonía invadía su ser hasta el punto de dejarle sin respiración.
– Tarediâr… – escuchaba en la lejanía
Lo escuchaba pero lo ignoraba, su mirada no podía apartarse de su figura materna envuelta por las llamas, intentando alcanzar a su hijo con la mano.
– Tarediâr… – volvió a escuchar, ahora con más insistencia.
Todo lo que veían sus ojos desapareció al instante y tornó en algo más agradable, la mujer que le había ayudado.
– Maelyn Hojaluz: Tranquilo, ha sido solo un sueño – le decía mientras acurrucaba a Tarediâr entre sus brazos – estoy aquí, todo está bien.
Él no pudo evitar romper a llorar tras recordar una noche más la muerte de sus padres.
– Maelyn…
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