El Capitán leía algunos nuevos expedientes para el interés de la organización. Hemos sufrido bajas, la última de ellas fue el Agente Caminallama, y era preocupante. Flecha Celeste seguía con el caso, todavía no había recibido ningún informe de avance, lo que supone que aún no habría sacado nada en claro.
Meditabundo, salía de la sala de archivos. Bien por la Legión, o por objetivos que hacían peligrar Quel’thalas, se ha tenido éxito o fracaso. Dio un suspiro, bien sabía que servir al Ban’dinoriel no era fácil, pero conocía las recompensas de hacerlo. Aún más cuando las misiones se cumplen y ponen a salvo los intereses del reino.
Mientras caminaba en el pasillo sosteniendo un buen fajo de expedientes en distintas carpetas, un Forestal con el arco atravesado en la espalda, uniformado y con aire marcial, se acercaba a Denoroth, cuadrándose ante él.
–Anu belore delanah, Capitán.
Denoroth respondía con el mismo saludo militar, cruzando el brazo en el pecho.
-Descanse. ¿Alguna novedad?
El forestal sacó del pequeño morral una carta con el distintivo sello del reino.
-De la Corte del Sol, señor.
Tomó la misiva y volvió a cruzar el brazo en el pecho.
-Gracias. Puede retirarse.
–Shorel’aran, Capitán.
Entró en su despacho para poder leer esa misiva en privado con aire intrigado. Viene de arriba, de muy arriba, algo importante debe de haber pasado. Abrió el sobre lacrado y sacó el mensaje de él:
Denoroth alzó la vista con determinación una vez leyó la nota.
-Hay mucho que hacer. Habrá que preparar al Ban’dinoriel. -murmuró para sí.
Salió de su despacho para llamar a uno de los guardias.
-¡Vigía!
El guardia se acercó y se cuadró ante él.
-Quiero que encuentres en los archivos de la Horda con qué apoyo podemos contar. Hermandades, Organizaciones, Órdenes. Y los Illidari que han decidido servir a la Horda para luchar contra la Legión. -duda por un momento en la siguiente orden, pero se lo piensa mejor- Cuenta también con los mercenarios que encuentres.
-A la orden, Capitán.
Una vez el vigía se marchó, se mesó el mentón. No estaba seguro qué responderían, pues bien sabía que no era un Sin’dorei conocido para la mayoría de la Horda, dado su trabajo. Sin embargo, decidió dar un salto de fe, esperar que todos aquellos cabecillas y líderes reciban la misiva, y conseguir refuerzos para dicha empresa. Como mínimo, espera ser reconocido al menos como un miembro más de la Horda.