2.680 AÑOS ANTES DEL PORTAL OSCURO
El crecimiento y la prosperidad de Arathor se debían en gran parte a los magi y la protección que ofrecían a los colonos. Aun así, la población cada vez desconfianza más de los hechiceros. Con el tiempo, las supersticiones del pueblo se acrecentaron, causando conflictos entre los practicantes de la magia y el resto de la sociedad. La mayoría de magi abandonaron los núcleos urbanos, furiosos ante las infundadas paranoias de sus conciudadanos.
El líder de Dalaran, Ardogan, invitó a muchos de estos magi a su ciudad. Allí, proclamó, vivirán libres de prejuicios. Muchos magi respondieron a la llamada de Ardgan y se establecieron en Dalaran. Los primeros residentes en llegar decidieron reformar Dalaran como un glorioso centro de conocimiento. Empleando sus increíbles poderes, los magi expandieron Dalaran en todos los sentidos. Erigieron resplandecientes torres por toda la ciudad y construyeron enormes bibliotecas y repositorios de maravillas arcanas.
Ardogan y los magi más poderosos formaron una magicracia para gobernar la creciente ciudad. Este cuerpo gobernante fomentó el estudio y la práctica de las artes arcanas. A medida que la reputación de Dalaran aumentaba, la ciudad se convirtió en un símbolo de libertad y esperanza para los magi de Arathor.
En unos pocos años, la población de la ciudad se incrementó ampliamente. Aunque solo un pequeño porcentaje de sus residentes conocía las artes arcanas, su presencia y la seguridad que ofrecían permitieron que el comercio y la industria de la ciudad creciera de forma ininterrumpida. El crimen era prácticamente inexistente y los peligros del mundo salvaje se convirtieron en cosa del pasado.
Pero el uso indiscriminado de la hechicería tuvo consecuencias desastrosas.
El temerario uso de la magia desgarró el tejido de la realidad en la región. Los magi de Dalaran desconocían que oleadas de energía arcana manaba de la ciudad y penetraban en El Vacío Abisal. Estas corrientes de poder arcano llamaron la atención de algunos demonios de la Legión Ardiente. Algunos de ellos cruzaron la barrera entre las dimensiones y se infiltraron en Dalaran. Aunque se trataba de criaturas débiles y generalmente solas, sembraron el caos y aterrorizaron la pacífica ciudad.
La magicracia tuvo dificultades para lidiar con estas intrusiones sin revelar su existencia ante el grueso de la población. Cada vez más, los gobernantes de la ciudad temían que, si la supersticiosa población descubría la verdad, se desataría el pánico y habría disturbios. Al final, la magicracia buscó ayuda más allá de los muros de Dalaran.
Los líderes de la ciudad rechazaron la recomendación de los altos elfos. Los magi acudieron a Dalaran porque aquí podían practicar las artes arcanas con total libertad. La imposición de restricciones entrañaría todo tipo de problemas. Muchos de la magi más brillantes abandonarían la ciudad y proseguirían sus estudios arcanos en otras partes o, todavía peor, la economía de la ciudad se colapsaría por completo, causando una revuelta y la desbandada general de los magi residentes. De uno u otro modo, el uso de la magia ARcana continuaría, ya fuera tras los muros de Dalaran o en otros lugares. No importaba lo que sucediera, la amenaza de la Legión Ardiente seguiría existiendo.
Tras convenir que no podían prohibir el uso de la magia, el Cónclave de Lunargenta y la magicracia de Dalaran acordaron otra solución. Juntos, fundaron una orden secreta para hacer frente a los invasores demoníacos. Este nuevo grupo, que se reunía en una arboleda secreta de los Claros de Tirisfal, recibió el nombre de Concilio de Tirisfal. Los miembros de dicha orden se encargarían de localizar y expulsar a los agentes de la Legión que penetraba en el mundo físico, además de educar a otros magi sobre los peligros del uso irresponsable de la magia.