-”Debes admitir, hermanita, que no he jugado tan mal mis cartas…”- aquella voz le resultaba familiar, pero atrapada en su somnolencia no lograba ubicarla.

Rodó por la cama, acurrucándose en el otro extremo y dando un suspiro.

-”Después de todo ambas seguimos con vida, aunque lo tuyo no formaba parte del plan, pero tampoco lo entorpecerá”-

Yshe se frotó los ojos, ahora algo más consciente. Los abrió, despacio, el cansancio aún le pesaba demasiado, y escuchó con atención, pero no se oía nada. Entonces notó algo en su muñeca. Algo que llamó su atención, una fina pulsera de plata. Ella jamás había utilizado nada parecido, ¿de donde había salido entonces?

Trató de abrir el cierre, pero éste no cedía. Reparó en que además, la pulsera tenía una piedra de color violeta, que parecía emitir leves pulsos, como el palpitar de un corazón. Durante un buen rato intentó deshacerse de ella…