-”Mi Señora, se acerca alguien. Según los exploradores monta un dragón”-
Minerva hizo una mueca de desidia y asintió.
-”¿Como han podido localizar el lugar? Esos estúpidos cultores se suponía que debían mantener la entrada oculta con una ilusión”-
El humano, yacía arrodillado frente a ella, en posición casi de súplica.
-”No lo sabemos, mi Señora, pero vienen directos hacia aquí”-
Minerva se giró, mirando por la abertura que daba a los acantilados, y cruzó las manos por detrás de su espalda.
-”Envía a una “Sombra”, quiero saber como han podido llegar hasta aquí y por qué la ilusión no ha sido efectiva”-
El esclavo asintió y salió a toda prisa. Unos minutos después, un ser sin cuerpo se materializó tras ella.
-”My Lady…”- Su voz era como un eco, pero nítida.
-”Informa”- ordenó ella.
-”Un elfo y un dragón rojo se acercan, mi Señora.”-
Minerva dio un bufido, exhasperada.
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