[Lore] Historia de los Sin'dorei

Historia de los Sin’dorei

Anar’alah belore, selama ashal’anore – Por la luz del Sol Eterno, justicia para nuestra gente”

inv_misc_tournaments_banner_bloodelfI. El Exilio de los Altonato

Hace diez mil años en el pasado, cuando el mundo era joven y un solo e inmenso continente, un vasto imperio se erigió en torno a un inmenso lago que sería conocido como el Pozo de la Eternidad. Liderados por la Reina Azshara, los Altonato; una casta superior de la civilización kaldorei de entonces, desentrañaron los poderes del Pozo de la Eternidad y se transformaron en grandes taumaturgos de su época. Sin embargo, cuando su reina lo ordenó, no dudaron en abrir un inmenso portal en las aguas del Pozo para traer demonios al mundo e iniciar la Guerra de los Ancestros.

La guerra civil sacudió a la civilización kaldorei, al mismo tiempo que la invasión demoníaca de la Legión Ardiente tenía lugar en el mundo. Aun así, un grupo de Altonatos, tras percatarse de los males que su reina había desatado en el mundo, se ocuparon de aliarse a los kaldorei y combatir en contra de su otrora líder, hasta el fin del conflicto cuando el Pozo de la Eternidad implosionó y un gran cataclismo cambio la faz de Azeroth para siempre…Sindorei_05

La paz siguió a la tormenta y los Altonato continuaron conviviendo junto a los kaldorei. No obstante, la Guerra de los Ancestros había sido la muestra de cómo el uso imprudente de la Magia Arcana podía desencadenar grandes males en el mundo y por ello, su uso acabo siendo prohibido. Pese a ello, los Altonato intentaron demostrar el error en que incurrían sus hermanos y desataron una tormenta mágica en los bosques de Vallefresno, sellando así su destino. Aun así, de manera misericordiosa, los Elfos de la Noche tan solo exiliaron a los Altonato, argumentando que no estaban dispuestos a ejecutar a más de sus hermanos. De dicha forma, los Quel’dorei se embarcaron hacia el oeste, con el deseo de encontrar un sitio al que llamar hogar y en el que poder emplear su conocimiento y poder, sin las restrictivas normas, ni miedos de sus antiguos congéneres.

inv_misc_tournaments_banner_bloodelfII. Fundación de Quel’thalas

Liderados por Dath’remar Caminante del Sol, los Quel’dorei navegaron por las aguas del nuevo mundo por varios años, buscando lugares con un inconmensurable poder mágico proveniente de las Líneas Ley sobre el cual construir su nuevo hogar. Finalmente, los elfos arribaron a las costas de los Claros de Tirisfal, en lo que en un futuro muy lejano seria conocido como Lordaeron. Sin embargo, su asentamiento en dichas tierras no fue perpetuo; muchos altos elfos comenzaron a volverse locos y pronto se hizo evidente la necesidad de abandonar aquella tierra, donde, según rumores, albergaba algo maligno en sus entrañas.

Consciente del peligro, Dath’remar marchó junto a su pueblo en dirección al norte, internándose entre los bosques y montañas, descubriendo que gracias a la ausencia del Pozo de la Eternidad, eran vulnerables a los elementos y enfermedades, así como a la humanidad en su estado más primitivo y a los trols del bosque; quienes acabaron siendo sus mayores enemigos durante milenios.

Finalmente, los elfos hallaron una tierra en el norte que cumplía sus necesidades, asentándose en ella y fundando el Reino de Quel’thalas, con el anhelo de explorar y emplear la magia a su antojo, como también el de crear un imperio tan basto y poderoso que llegaría a opacar el que lograron levantar los kaldorei en Kalimdor. De la misma forma, Dath’remar, utilizando un vial que poseía las aguas del Pozo de la Eternidad, vertió su contenido sobre un lago en una isla al norte de Quel’thalas, la cual sería conocida como la Isla de Quel’danas y dicho manantial, como la Fuente del Sol. Por último, habiendo moldeando el entorno a su alrededor, los elfos alteraron su imagen de la misma manera, reduciendo su tamaño, esclareciendo su piel y cabello, así como también realzando algunos rasgos inherentes de su raza.
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Desgraciadamente, los entonces renombrados Altos Elfos, descubrieron que su patria había sido levantada sobre una antigua ciudad sagrada de los trols, quienes de manera inmediata comenzaron a lanzar una serie de escaramuzas contra los elfos. Aun así, aunque sobrepasados en número por el Imperio Amani, los elfos combatieron la amenaza por lo que ellos consideraban su hogar y empleando sus conocimientos arcanos, lograron mantener a raya a sus enemigos. Pese a ello, conscientes de los peligros de la magia y su relación con los demonios, los elfos crearon diversas Piedras Rúnicas en varios puntos alrededor de Quel’thalas, estas daban apoyo al a la barrera mágica en torno al Alto Reino, escondiéndolo de los ojos de los demonios.

Ese domo de energía, era conocido por los elfos como Ban’dinoriel; que significa: El Guardián de la Puerta. Una barrera defensiva de un poder inconmensurable que hacía palidecer por comparación a las piedras rúnicas, que alimentaba el campo exterior de atenuación; un campo que solo permitía utilizar la magia élfica.  Afortunadamente, dichas piedras monolíticas también funcionaron para ahuyentar a los trols, gracias a sus supersticiones.
Con sus fronteras seguras y una tierra a la que llamar hogar, los Altos Elfos construyeron hermosas e inmensas estructuras capaces de acariciar el propio cielo, erigiendo la Ciudad de Lunargenta; su capital. Mientras que el bosque a su alrededor permanecía en absoluta primavera gracias a un encantamiento impuesto en él. El Reino de Quel’thalas finalmente era la patria deseada por los Altos Elfos, liderados por la Dinastía Caminante del Sol y la Convocación de Lunargenta: un consejo de siete grandes señores élficos quienes habían jurado velar por los intereses y la seguridad de su pueblo, en conjunto con su rey.

Por casi cuatro mil años, los Altos Elfos de Quel’thalas vivieron en paz, recluidos dentro de sus fronteras, ajenos e inconscientes de las miradas de odio y el deseo vengativo de los trols del bosque, quienes observaban desde las fronteras lo que otrora fuera uno de sus territorios sagrados, preparándose para la guerra en lo más profundo del bosque circundante, aumentando sus números hasta que el día de la retribución llegara finalmente…

inv_misc_tournaments_banner_bloodelfIII. Las Guerras Trols

Cuando ni las supersticiones que rodeaban a las piedras rúnicas que los elfos habían colocado en torno a sus fronteras, podían asustar a los trols del Imperio Amani, estos atacaron. De forma inmediata, los trols del bosque sometieron al Reino de Quel’thalas a un incesante asedio el cual duro varios años y con cada uno que pasaba, los elfos se acercaban más y más a una inminente derrota. Desesperados, los Altos Elfos recurrieron a las tribus humanas del sur, reunidos bajo el liderazgo del Rey Thoradin y formado el Imperio de Arathor.

Como los elfos, la humanidad también compartía una enemistad con los trols del bosque. Sin embargo, jamás se habían involucrado en una guerra con ellos, hasta que los embajadores élficos provenientes enviados por el Rey Anasterian Sunstrider, se presentaron a su ciudad capital: Strom. Solo entonces Thoradin vislumbró la precaria situación de los Altos Elfos y el inminente peligro que correría su pueblo, si Quel’thalas llegaba a caer. Finalmente, los humanos accedieron a prestar ayuda militar a los elfos, mientras que estos se ofrecieron a enseñar a un total de cien humanos, los conocimientos y caminos de la Magia Arcana.Sindorei_04

Con el apoyo de sus nuevos aliados, las fuerzas combinadas del Imperio de Arathor y el Reino de Quel’thalas se lanzaron en una contraofensiva ante los trols del Imperio Amani a los pies de las Montañas de Alterac, desencadenando una batalla que duró días. Hasta que, finalmente, los señores élficos decidieron que los nuevos taumaturgos humanos estaban preparados y fueron enviados a la batalla, conjunto a un grupo de magos élficos, los cuales haciendo uso de sus poderes desataron un infierno sobre los trols, previniendo, por medio del fuego, que los trols lograran regenerarse de sus heridas.

Ante una clara desventaja, los ejércitos trol intentaron huir, pero Thoradin y sus hombres salieron en su persecución y acabaron con cada uno de ellos, diezmando sus fuerzas por completo.

Con la victoria asegurada y Quel’thalas segura de cualquier amenaza, los elfos, en señal de agradecimiento, realizaron un juramento de lealtad hacia los Arathor, prometiendo prestarles su ayuda en cualquier momento de necesidad, tal y como ellos hicieron con su pueblo.

Aunque desde entonces la relaciones humano-élficas perdurarían y mejorarían notoriamente, pasarían miles de años antes de que el juramento hubiera de cumplirse.

inv_misc_tournaments_banner_bloodelfIV. La Segunda Guerra

Cuando la Horda Orca comenzó su invasión en el Reino de Lordaeron y supuso una amenaza para el norte de los Reinos del Este, después de su aplastante victoria sobre el Reino de Ventormenta, el llamado de Lord Anduin Lothar convocando una nueva alianza entre humanos y elfos, a raíz del juramento honorífico realizado tras la victoria en las Guerras Trols por parte de la Dinastía Caminante del Sol hacia la línea de sangre de los Arathi, llego a Quel’thalas. Sin embargo, la Convocación de Lunargenta junto a su Rey, consideraron que la Horda suponía más una excusa para cumplir la deuda honorífica que una verdadera amenaza y motivo de ello, tan solo aportaron una pequeña fuerza simbólica de su ejército, liderado por la Capitán-Forestal Alleria Brisaveloz, a la Alianza de Lordaeron.Sindorei_01

La participación de Quel’thalas durante la invasión de la Horda en territorio humano, específicamente, se había caracterizado por ser la menos entusiasta de entre todos sus miembros. No obstante, todo cambió cuando la Horda reclutó a los trols del bosque, quienes pese a todos los años que habían pasado, seguían profesando un absoluto odio hacia los elfos y aprovecharían dicha ocasión para, nuevamente, intentar eliminarlos de una vez por todas y reclamar su antiguo territorio. Sin que nadie se lo esperara, la Horda marcho hacia las frontera de Quel’thalas y la redujo a ceniza, antes de que la Capitana-Forestal Brisaveloz pudiese regresar a su hogar junto al Ejército de la Alianza de Lordaeron, para poder ayudar en la defensa de Lunargenta y expulsar a la Horda de sus dominios.

Con la guerra habiendo llegado finalmente a su patria, el Rey Anasterian destinó todo su apoyo militar en los esfuerzos bélicos contra la Horda, hasta que se alcanzara la victoria. No obstante, una vez la Horda fue derrotada y la guerra llego a su fin, Anasterian consideró que la deuda había sido cumplida y que su pueblo no necesitaba de los humanos o la Alianza, como ella del suyo.

Las relaciones entre ambos pueblos fueron enfriándose y no mejoraron cuando los orcos comenzaron a ser destinados a campos de internamiento, en vez de ser ejecutados como sugirió el Rey Anasterian y otros líderes de la Alianza. Sumado a esto, se culpó a la Alianza de que los bosques fronterizos de Quel’thalas fueran quemados por la Horda, gracias al pobre liderazgo humano; recibiendo como respuesta por parte del Rey Terenas, que nada de Quel’thalas habría permanecido en pie si no fuera por las vidas de los soldados humanos que marcharon a su tierra para protegerla de la Horda. Por último, el Rey Anasterian retiró el apoyo de Quel’thalas de la Alianza de Lordaeron, aunque, pese a ello, varios Altos Elfos siguieron teniendo relación con los humanos y la Alianza: tales como Alleria Brisaveloz, quien lideró una fuerza forestal en el ejército expedicionario de la Alianza que cruzó el Portal Oscuro hacia Draenor. Así como también la presencia élfica en la ciudad magocrática de Dalaran, la cual permaneció leal a la Alianza por medio del Kirin Tor.

Desgraciadamente, las consecuencias políticas del periodo que siguió a la victoria de la Alianza de Lordaeron sobre la Horda no tardarían en vislumbrarse…

inv_misc_tournaments_banner_bloodelfV. La Caída de Quel’thalas

Por catorce años, el Reino de Quel’thalas permaneció ajeno a los intentos de restaurar las relaciones diplomáticas con los humanos, así como cualquier problema que pudiera estar afectando al reino vecino de Lordaeron. Y durante dichos años, los Altos Elfos fueron recuperándose lentamente de lo ocurrido durante la Segunda Guerra.

Por desgracia, su reclusión tuvo consecuencias: una extraña plaga asolaba las tierras del norte de Lordaeron, hasta que, finalmente, logro hacerlo caer. No obstante, el caos producido por ella no se detuvo allí: un enorme ejército de muertos vivientes, liderados por el príncipe heredero al trono de Lordaeron, Arthas Menethil, apareció ante las puertas del Alto Reino y no dudó en abrirse paso a través de los bosques élficos, arrasando aldeas y reviviendo los cuerpos de sus víctimas, para servirles en muerte. La Guardabosques-General de entonces, Sylvanas Brisaveloz, trató de enfrentar al Caballero de la Muerte o al menos, retrasarlo en su marcha hacia la Fuente del Sol, mientras intentaba enviar mensajeros a la Ciudad de Lunargenta y así alertar a su nación de la presencia enemiga y de una posible traición dentro de sus propias filas, en vista del rápido avance de Arthas y sus fuerzas en cada puerta. Desgraciadamente para ella, todo esfuerzo fue inútil, pues Arthas logro prevenir la llegada de sus mensajeros en todo momento, acabando con sus vidas, tal y como hizo con la de ella, una vez se encontraron frente a frente en el campo de batalla, antes de reanimarla como una banshee a su servicio.Sindorei_03

La Ciudad de Lunargenta fue tomada por sorpresa y sus defensas no tardaron en ser aniquiladas, cobrando la vida del Rey Anasterian y seis de los siete miembros de la Convocación de Lunargenta, poco antes de proceder hasta la Isla de Quel’danas, donde héroes como Thalorien Buscalba, el último portador de la espada Quel’delar, formaron la última línea de defensa antes de que Arthas alcanzara la Fuente del Sol y la utilizara para revivir al nigromante, Kel’thuzad, corrompiendo sus aguas para siempre.

Con Quel’thalas en ruinas, los sobrevivientes huyeron desesperadamente hacia la Isla Caminante del Sol, teniendo que incluso quemar parte del Bosque Canción Eterna con tal de hacer creer al enemigo que los elfos habían sido erradicados tanto como su amado hogar.

Quel’thalas había caído…

inv_misc_tournaments_banner_bloodelfVI. El Auge Sin’dorei

Mientras que en Quel’thalas los pocos sobrevivientes se refugiaban en la Isla Caminante del Sol y Lor’themar Theron, segundo al mando de la difunta Guardabosques-General, Sylvanas Brisaveloz, asumió el mando temporal de las fuerzas restantes del ejército élfico, formando un grupo de resistencia y encargándose de la defensa de los sobrevivientes de su patria. En Dalaran, tan solo unos cuantos días después, las noticias de lo ocurrido en el Alto Reino llegaron a la Ciudad Violeta y bajo el liderazgo del Príncipe Kael’thas Caminante del Sol, heredero al trono de Quel’thalas y último descendiente de la dinastía real, un gran séquito de elfos abandonó la ciudad para regresar a su patria en ruinas…

El panorama no era nada esperanzador cuando el príncipe llegó a sus tierras junto a su séquito, pero al menos logró hallar sobrevivientes. Sin embargo, aunque numerosos, la población élfica había sido reducida en casi un noventa por ciento y en casi todo su reino, rezagados del ejército de Arthas, vagaban impunemente. Como si fuera poco, su gente languidecía producto de la corrupción de las aguas de la Fuente del Sol..Sindorei1

Consciente de lo que la Fuente del Sol representaba para su pueblo, pero, al mismo tiempo, de lo que estaba causando en ellos también, el príncipe optó por destruir la Fuente. Desgraciadamente, y a pesar de haber liberado a su gente de la exposición hacia las oscuras energías que corrompían a la Fuente del Sol, la ausencia de la misma trajo otra consecuencia: la sed de magia. Solo entonces, los elfos se percataron de cuan dependientes eran de ella y lo necesario que era para su vida.

Ante una precaria situación y desesperado por cambiarla, el príncipe reunió a su pueblo y los renombró Sin’dorei o Elfos de Sangre, en señal de honor y recuerdo hacia sus hermanos caídos. Asimismo, volvió a unir a su pueblo a los remanentes de la Alianza de Lordaeron, entonces llamada la Nueva Alianza, la cual era liderada por el Gran Mariscal Othmar Garithos. Para ello, el príncipe tomo a una porción de sus hermanos, entre ellos: la nueva portadora de Quel’delar, Lana’thel; para formar un nuevo ejército que marcharía junto a él y así ayudar a la Nueva Alianza en su campaña de recuperar los territorios perdidos a manos de los muertos vivientes, como a buscar una cura para la sed de magia. No sin antes nombrar a Lor’themar Theron, señor regente de Quel’thalas durante su ausencia y encomendarle la tarea de recuperar su patria perdida.

Finalmente, con su patria en manos del nuevo señor regente y motivado por el deseo de encontrar una cura para el nuevo mal que aquejaba a su pueblo, el príncipe volvió a abandonar su hogar para servir a la Nueva Alianza. Desgraciadamente, dicha alianza no duraría demasiado, puesto que a medida que pasaba el tiempo y más misiones realizaban, el Gran Mariscal Garithos, un hombre xenófobo que creía únicamente en la supremacía de la raza humana sobre las demás, destinaba una misión tras otra al príncipe y su gente, cada vez más suicida que la anterior. Fue durante aquellas misiones, que el príncipe se vio forzado a aceptar la colaboración de Lady Vasjh y sus Naga, unas misteriosas criaturas de antigua descendencia élfica que habían emergido de los mares, después de ser invocados por Illidan, un Elfo de la Noche cazador de demonios, conocido entre los suyos como “el Traidor”.Sindorei2

Para desgracia de Kael’thas, el Gran Mariscal descubrió la ayuda otorgada por sus repentinos aliados, acusando a todo el contingente Sin’dorei de traición y sentenciándolo a muerte, en las mazmorras de Dalaran. No obstante, Lady Vasjh se abrió paso entre las cloacas de la ciudad y ofreció su ayuda al príncipe, nuevamente, el cual, viendo el acto del Gran Mariscal Garithos como un acto de traición, decidió desligarse de la Nueva Alianza, tal y como hizo su padre en el pasado con la Alianza de Lordaeron, y aceptar la ayuda de la bruja del mar para liberar a su gente y escapar.

Una vez fuera de las mazmorras, el príncipe Kael lideró a su pueblo hacia los restos del antiguo mundo de los orcos, Draenor, conocido entonces como Terrallende. Allí, Kael’thas ayudó en el rescate del Traidor, quien había sido capturado por los kal’dorei liderados por la Guardiana, Maiev, y le juró lealtad a cambio de hallar una cura para la sed de magia que aquejaba a su pueblo. Sin embargo, Illidan le prometió hallar maneras de saciarla, en vista de que no había cura alguna para la sed. Actuando como lugarteniente del Traidor, el príncipe Kael’thas y su contingente siguieron a Illidan y combatieron conjunto a los Naga, a lo largo de su campaña en contra de la presencia de demonios de la Legión Ardiente en los restos del planeta, cerrando los diversos portales que allí se encontraban y aliándose con uno de los pueblos nativos: los tábidos de Akama, hasta que finalmente tomar el Templo Oscuro en el Valle Sombraluna y someter al señor demoniaco que allí se hallaba: Magtheridon. Todo con la intención de evitar que el cazador de demonios fuese hallado por Kil’jaeden. No obstante, y pese a sus victorias, su plan no tendría resultado y el propio demonio al que tanto temía, acabaría por aparecérsele y ordenarle regresar a Azeroth, para hacer frente al Rey Lich y acabar con él, en vista de que la Legión ya no tenía control sobre su entidad, ni en todos sus muertos vivientes.

Sin rechistar, los Elfos de Sangre siguieron a Illidan hacia la batalla contra el Rey Lich y su plaga de muertos vivientes, llevando la guerra al techo del mundo y culminando en la batalla por el Glaciar Corona de Hielo, donde el príncipe Kael’thas terminaría enfrentándose a Arthas, en un combate singular, antes de verse obligado a abandonar el campo de batalla ante la inminente derrota de sus fuerzas.

Aun así, pese a las desventuras del príncipe, el señor regente de Quel’thalas continuaba con su campaña de recuperación del Alto Reino, la cual acabaría teniendo éxito gracias a sus esfuerzos y a los del nuevo guardabosques-general, y amigo personal, Halduron Alasol. Recibiendo, tiempo después, la visita del Gran Magister Rommath y un séquito de sin’dorei taumaturgos, quienes traían consigo no solo los conocimientos necesarios para poder saciar la sed de magia enseñados por Illidan, pero atribuidos a su príncipe, sino que también una criatura que en un futuro no muy distante acabaría marcando la diferencia en el inminente destino de los sin’dorei.

Con el regreso del Gran Magister y al menos, el Bosque Canción Eterna recuperado casi en su absoluta totalidad, la Ciudad de Lunargenta fue reconstruida en uno de sus extremos, mientras que el otro permanecía aún en ruinas. Como si fuera poco, una antigua heroína élfica: Sylvanas Brisaveloz, ahora reina de un numeroso grupo de muertos vivientes libres del control de la Plaga y el Rey Lich, otorgaba cuanta ayuda podía ofrecer a su antiguo pueblo.

El destino incierto de los sin’dorei parecía estar cambiando, finalmente.

inv_misc_tournaments_banner_bloodelfVII. La Cruzada Ardiente

Con su capital reconstruida en su gran mayoría y pese a los tratos diplomáticos con los Renegados, los cuales se reflejaban sobretodo en el territorio al sur del Elrendar, conocido como las Tierras Fantasmas, Quel’thalas se mantuvo neutral, pese a estar evaluando mantener relaciones tanto con la Alianza, como con la nueva Horda de Thrall. Sin embargo, la presencia de exploradores kal’dorei dentro de las fronteras de Quel’thalas, así como el espionaje por parte de un diplomático enano enviado por Forjaz al Alto Reino, cerró cualquier posibilidad de negociación con la Alianza y permitió a los Sin’dorei decantarse por la Horda, del cual se unieron después de acabar con la vida del último señor de la Convocación de Lunargenta y traidor hacia su pueblo, al ser él quien ayudo a Arthas a cruzar las puertas élficas, Dar’khan Drathir.Sindorei3

Pese a ello, el reino no vivió en una paz absoluta, más allá de la impuesta por las fuerzas militares y los magisters, quienes silenciaban a todo disidente o detractor del régimen Sin’dorei de forma expedita, con tal de mantener al pueblo unido, alimentados por el deseo de reencontrarse con su príncipe. Al mismo tiempo, gracias a su alianza con la Horda y motivados por el deseado reencuentro, varios elfos comenzaron peregrinajes hacia Terrallende, por medio del reabierto Portal Oscuro, así como también varias fuerzas militares sin’dorei que acudían en calidad de aliados del ejército de la Horda.

No obstante, para sorpresa del señor regente y sus otros dos consejeros: Halduron y Rommath, una antigua amenaza resurgía de las cenizas de un viejo imperio hace mucho derrotado: Zul’jin, líder de los Trols Amani, había reaparecido y comenzado su plan de acción contra los elfos, permitiendo que uno de sus médicos brujos imbuyera la energía de sus Loa en sus mejores guerreros. Pese a ello, y aunque el rencor de Zul’jin se extendió hacia sus antiguos aliados de la Horda, los orcos, por estar aliados con los elfos; sus planes lograron ser detenidos, culminando con la derrota de los Amani y la muerte de Zul’jin.

Desgraciadamente, y para desconocimiento de muchos de su pueblo, el príncipe Kael’thas se había aliado con la Legión Ardiente y su señor: Kil’jaeden, abandonando todo interés por el bienestar de su pueblo al someterlo hacia los demonios, como ocurrió con los orcos en el pasado. Pese a ello, una facción de Sin’dorei, otrora una de sus legiones de élite, actuó en su contra y en esfuerzo conjunto con los Sha’tar de Shattrath, lograron arrinconar al príncipe en su nuevo palacio en la Tormenta Abisal y acabar con su vida … O así lo creyeron, hasta que este mismo se apareció ante A’dal, líder de los Naaru y de la mismísima Ciudad de Shattrath, replicándole que sus esfuerzos habían sido inútiles y que, además de no haber muerto, Kil’jaeden llegaría a Azeroth y no había nada para impedirlo.
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Kael’thas cumpliría su palabra y pronto, terminó apareciendo por sorpresa en la Ciudad de Lunargenta, pero con un aspecto muy contrario al que recordaban y acompañado de un grupo de elfos con apariencia demoniaca: los Sangrevil, sin’dorei que habían bebido la sangre de demonios. Inmediatamente atacó su antigua capital y asaltó el cuartel de la Orden de los Caballeros de Sangre, una élite militar del Alto Reino, robándoles el mismo ser que él en el pasado había destinado a su pueblo: el naaru, M’uru.

Durante su estancia en el cuartel de la Orden, M’uru había sido el ser del cual extirpaban los poderes sagrados de la Luz, para luego imbuirlos en los Caballeros de Sangre. Sin embargo, sin él, la Orden no tenía manera de preparar nuevos Caballeros que pudieran hacer frente a la reciente y sorpresiva amenaza que suponía el príncipe. A raíz de ello, la líder de la Orden: Lady Liadrin, viajo a la Ciudad de Shattrath con la intención de encontrar una nueva fuente de poder para su Orden y se presentó ante A’dal, ante quien renunció a su lealtad hacia la Dinastía Caminante del Sol y en cambio, la entregó hacia el naaru; tanto la suya, como la de sus Caballeros, después de enterarse de la verdad sobre quien fuera su príncipe en el pasado y el verdadero papel de M’uru, en el destino de los sin’dorei. Finalmente, A’dal le anunció la creación de un cuerpo armado conjunto, formado por los Aldor, una facción religiosa draenei que habitaba en la ciudad. Los Arúspices, una antigua legión de élite del príncipe, la cual había entregado su lealtad a A’dal y los Naaru, después de un sueño premonitorio que su líder había tenido, donde en ellos vislumbraba la salvación de su pueblo. Y ahora, sus Caballeros de Sangre, quienes sumarían su fuerza a la coalición conocida como la Ofensiva del Sol Devastado.

Con poco tiempo con el cual proceder, la Ofensiva del Sol Devastado se trasladó rápidamente a la Isla de Quel’danas, al norte de Quel’thalas, lugar donde alguna vez se había asentado la Fuente del Sol. El mismo corazón del pueblo sin’dorei y el cual, tal como lo fuera el Pozo de la Eternidad en el pasado, sería utilizado como portal para traer a Kil’jaeden a Azeroth. Sin embargo, las intenciones del príncipe lograron culminar con su muerte a manos de la Ofensiva y aunque su señor logro ser invocado, pudo ser devuelto al Vacío Abisal después de ser derrotado por los mismos valientes combatientes de la Ofensiva.

No obstante y para la grata sorpresa de los sin’dorei, Velen, líder y profeta de los Draenei, apareció después de la derrota de su hermano y fundó el corazón puro de M’uru; los últimos restos que quedaban de la noble criatura, en las aguas de la Fuente del Sol, purificando su magia y sacralizándolas, dotando a los elfos de sangre de una nueva oportunidad para resurgir y redimirse de las acciones a las que se habían visto obligados a hacer.

Aunque los sin’dorei se habían encontrado bajo una guerra civil creada por el mismo elfo que ellos consideraron su salvador, y las heridas causadas por el conflicto serian difíciles de olvidar, la restauración de la Fuente del Sol suponía un nuevo mañana para los elfos de sangre. Mañana por el cual, desgraciadamente, habrían de combatir hasta el final casi inmediatamente después de su conflicto interno…

inv_misc_tournaments_banner_bloodelfVIII. La Guerra contra el Rey Lich

Poco tiempo después de la victoria y de ser reclamada la Isla de Quel’danas, y la Fuente del Sol, quedando ésta bajo vigilancia de la Orden de los Caballeros de Sangre. El Rey Lich despertó de un largo sueño y llevó la guerra a las razas mortales de Azeroth, en su afán de conquista. Pese a ello, Lor’themar Theron no estaba de acuerdo en sumarse a un nuevo conflicto, cuando apenas habían salido de uno y varias de sus fuerzas aún yacían en las enfermerías. No obstante, Lady Sylvanas Brisaveloz no dudó forzar la mano del Señor Regente de Quel’thalas, argumentando que si este no le apoyaba su campaña, retiraría el apoyo de los Renegados y dejaría que la Plaga atacara por el sur a los sin’dorei. Sin otra alternativa, Lor’themar aceptó sus condiciones y sumó la fuerza de su gente a la campaña contra la Plaga, con la intención de poner fin al Rey Lich y vengar Quel’thalas.Sindorei5

Sin embargo, el Señor Regente también había recibido constantes misivas y una posterior visita sorpresiva, por parte de un Archimago del Kirin Tor, Aethas Atracasol, quien buscaba la readmisión de los sin’dorei dentro del Kirin Tor y el apoyo de Quel’thalas en la repentina amenaza que estaban suponiendo los dragones del Vuelo Azul, hacia todo taumaturgo de Azeroth. Acordando que Aethas debería de encargarse de recibir a su gente en el norte, en vista de que marchaban a la guerra.

A medida que el cruento conflicto en el Techo del Mundo avanzó el costo de vidas era más que evidente. Y aun cuando el Kirin Tor, con apoyo de sus facciones allegadas e interinas: los Atracasol del Archimago Aethas y el Pacto de Plata de Vereesa Brisaveloz, así como la oportuna alianza del Vuelo Rojo, lograron detener a Malygos en su intento de privar de la Magia Arcana a los mortales. El conflicto se intensifico, tras lo ocurrido en el incidente de la Puerta de Cólera y la posterior Batalla por Entrañas, donde la Horda y la Alianza, tras siete años de una tregua y tratos diplomáticos fríos e indiferentes, entraban en guerra abierta una con otra.

(Ofrecido por: Mundo Warcraft Desde aquí, mandamos un cordial saludo)

 

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